Vida Privada y Pública
Antoni Puig era un enamorado de la parroquia del Carmen, a la que solía ir en tartana. De todas formas, le gustaba la modernidad: iba en coche de la marca “Roset” y fue de los primeros en Vic que tuvo radio. Se hizo construir unos muebles diseñados por Pericas, y asistía con su esposa a conciertos de música clásica y a veladas del Liceu. Puig se hizo también socio del Barça.
Eran las primeras etapas de la trayectoria de este club de fútbol, que ya se había cargado de simbolismo. Antoni Puig nunca se apartó de las convicciones catalanistas que había asumido de joven. De hecho, vivió la eclosión del catalanismo de los primeros decenios del siglo XX, dirigido por la conservadora Lliga Regionalista de Catalunya de Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó.
A principios de siglo entró en el ayuntamiento de Vic en una candidatura oficial, y fue reelegido como concejal de Vic para el período de 1908 a 1912, formando parte de una candidatura claramente catalanista.
También formaba parte de la junta directiva de la entidad patriótica “Catalunya Vella” desde 1909 como tesorero, y más adelante fue su presidente. Cuando llegó la dictadura de Primo de Rivera en 1923 la asociación fue suspendida, pero el empresario se propuso dotarla de locales dignos para cuando volviera a ser autorizada.
Puig había comprado la finca de Ca’n Tona, donde había residido muchos años Jacint Verdaguer; la restauró y, de acuerdo con el canónigo catalanista de Vic Jaume Collell i Bansells, se propuso celebrar allí una gran fiesta para colocar una lápida en honor del poeta: no lo consiguió. Fue necesario esperar el cambio de régimen para poder colocar la inscripción, pero entonces Antoni Puig ya había muerto.
